Aprovechando las vacaciones de Semana Santa organizamos una nueva salida a uno de los rincones más bonitos de la Serranía en la provincia de Valencia: el Azud de Tuéjar.
Un lugar muy conocido, y concurrido en fines de semana y vacaciones, pero del que muchos desconocen los secretos que encierra.
A pesar de algunas bajas de última hora nos reunimos finalmente 3 familias y, después de las presentaciones y un pequeño recorrido por el paraje de El Azud para explicar su origen y función, emprendimos camino remontando el río Tuéjar (o la rambla de Arquela) para ir a buscar nuestro principal objetivo: la colonia de Buitre leonado más importante de la provincia de Valencia.
Después de corto trecho en coche continuamos el camino a pie. Mientras observábamos los efectos de la última crecida de la rambla sobre el cauce y las marcas de los «pájaros carpinteros» (Pico picapinos o Pito real son las especies que pueden verse en la zona) sobre algunos árboles del cauce; aparecían ya sobre nuestras cabezas una pareja de Cuervos a la que pronto se le unieron sobre el horizonte los primeros ejemplares de Buitre leonado.
Con algunas pequeñas paradas para observar restos y huellas de animales o para dar explicaciones sobre el comportamiento de los buitres, alcanzamos el punto más próximo al enorme cortado de caliza anarajada donde los buitres decidieron instalar su colonia.
Localizamos diferentes ejemplares con el telescopio. Algunos incubando en sus nidos y otros esperado en las rocas a que se levantaran las térmicas que les permitiesen remontar el vuelo para ir en busca de su alimento.
Y en esas estábamos, disfrutando del vuelo de estas majestuosas aves, cuando aparecieron los 2 ejemplares de Alimoche que comparten con ellos este territorio y que se han hecho ya famosos entre los aficionados a la fotografía por las magnificas instántaeas que de ellos se toman desde el hide instalado en la comarca por Naturhide.
Nosotros tuvimos la oportunidad de verlos evolucionar junto a los buitres (y comparar siluetas, diseños y tamaño), posados frente a nosotros lo que nos permitió distinguir el intenso color amarillo de su cara y las plumas de tono marrón propias de los ejemplares adultos en esta época de reproducción. Incluso en un momento, aunque a gran distancia, pudimos contemplar la cópula de la pareja.
Y el colofón a las aves lo puso otro de los habitantes de estos cortados: el Halcón peregrino que tras realizar algunas pasadas cerca de los cortados desapareció tan rápido como había aparecido.
Antes de marcharnos de allí una breve visita al Nevero, un tesoro escondido resto de na industria y unos oficios que ya jamás volverán y por el camino un parada en los Corrales de Silla para contemplar una pinturas rupestres típicas del arte levantino.
Y completamos la jornada con una estupenda comida en el restaurante el Azud donde nos atendieron estupendamente y pudimos completar el día.
NOTA: Agradecemos a Fernando algunas de las fotografías que ilustran este reportaje.-