Este fin de semana hemos vuelto a recorrer la Reserva de la Biosfera del Alto Turia para disfrutar de una de las experiencias «Birds&Wines» que ACTIO Birding ofrece en la Comunitat Valenciana.

Una experiencia en la que combinamos la observación de aves con el disfrute de unos paisajes espectaculares y, sobre todo, con la degustación de los espectaculares vinos que elaboran las Bodegas Terra d’Art.

Birds&Wines en el Alto Turia. Crónica de la experiencia

Para esta salida tuvimos la fortuna de reunir a un grupo fantástico y con muchas ganas de dejarse sorprender por este territorio y por las propuestas que nuestro guía, Virgilio, tenía preparadas para ellos.

Tras algunas vicisitudes previas nos encontramos a la entrada de la localidad de Chelva para, una vez reunido todo el grupo y hechas las presentaciones, poner rumbo al primer hito de nuestro itinerario: el Azud de Tuejar.

Allí dedicamos tras conocer algo más sobre el origen e historia de este paraje, dedicamos un buen rato a tratar de descubrir la gran diversidad de aves que utilizan este hábitat donde, además de la corriente del río y la vegetación de ribera asociada, encuentran un frondoso jardín con algunas especies foráneas como abetos, cedros e incluso secuoyas.

Allí fringílidos (pinzón vulgar, jilguero europeo, serín verdecillo) y páridos (carboneros común, carbonero  garrapinos, herrerillo común) fueron las especies más abundantes pero completaron la primera lista de observaciones reyezuelo listado, agateador, un esquivo pico picapinos,… y así hasta casi una veintena de especies entre las que no faltaron dos especies de córvidos: el impresionante cuervo, que vimos volando en pareja, y el escandaloso arrendajo, volando a refugiarse en el bosque desde los chopos que flanquean el río. Además de algunas especie ligadas al río como la lavandera blanca y el cetia ruiseñor.

Reanudamos el camino para dirigirnos a la buitrera situada en los impresionantes cortados calizos de la Rambla Arquela. No tuvimos la suerte de ver un gran número de ello evolucionando sobre nuestras cabezas como otras veces, pero aún así pudimos observar varios ejemplares realizando vuelos tanto en las proximidades de las paredes como en una de las «ruedas» que realizan para tomar altura dentro de una corriente térmica ascendente. Además varias parejas se encontraban posadas en los cortados  como corresponde a esta época del año ya que los buitres leonados  están en período de cortejo (coincidente con los meses invernales) que incluye vuelos en «tándem», sesiones de «acicalamiento» en los posaderos y construcción de los nidos.

Algunos mitos, un chochín y un lejano roquero solitario que comparte roquedo con los buitres, engrosaron también la lista de especies que íbamos configurando mientras nuestro guía nos deteníamos unos momentos a contemplar la nevara o «pou de neu» que se encuentra en ese mismo lugar. Un BRL en muy buen estado de conservación que es uno de los testimonios de una época denominada «la pequeña edad del hielo«, que constituyo un período frío desde comienzos del siglo XIV con temperaturas mínimas entre el S XVII y XVIII, que permitió florecer un comercio del hielo «fabricado» y almacenado en este tipo de construcciones distribuidas por las montañas valencianas.

Y tras una breve parada para admirar el pequeño y angosto desfiladero excavado en la roca por el agua  (que aún permanecía congelada en algunos tramos a las 12,00 del mediodía), abandonamos la Rambla Arquela para poner rumbo a Ahillas,una pequeña aldea de Chelva  enclavada en el corazón de este territorio.

Y llega la parte de «wines»

Allí se encuentra Bodegas Terra d’Art   donde el esfuerzo y el «saber hacer» de Juanjo y su equipo da como resultado unos vinos que nos invitan a paladear la esencia de estas tierras

Birds&Wines Alto Turia Terra d'Art

Allí nos esperaba Juanjo para hacernos una completa y amena explicación sobre el origen y pequeña historia de esta joven bodega, de las variedades de uvas cultivadas en estas tierras y de los procesos de elaboración de los vinos que allí se producen.

Y ya en el exterior, disfrutando de una temperatura y un sol envidiables, pasamos a una estupenda cata/degustación con la que el grupo disfrutó enormemente.

Más  tarde, trasladados a una zona bien soleada junto al lavadero y la fuente de Ahillas, continuamos reponiendo fuerzas y en animada tertulia con el pic-nic preparado por Virgilio. Eso sí, sin dejar de anotar algunas urracas, gorriones y cornejas que andaban merodeando por los alrededores a nuestra lista de aves.

Volvemos al «modo birding»

Pero aún nos quedaban algunas sorpresas antes de dar por finalizado el recorrido y a jornada.

La primera ornitológica. Entre Ahillas y Chelva,  se encuentra el Pico del Remedio (1054 m)  desde donde se domina buena parte de la Reserva de la Biosfera del Alto Turia y es posible divisar el mar o la Albufera de Valencia, a un lado, y las montañas de Javalambre en Teruel al otro.

Ese es el lugar elegido para pasar el invierno por algunos ejemplares de acentor alpino procedentes de montañas situadas mucho más al norte de España y Europa. Se trata de una de las especies de aves más buscadas por los aficionados al birdwatching tanto nacionales como foráneos.

Menos suerte tuvimos en el cercano Santuario del Remedio donde esperábamos observar algunos piquituertos y con suerte algún picogordo que finalmente no aparecieron. A cambio un par de cabras montesas nos tuvieron un ratito entretenidos.

Ponemos punto final a la experiencia

La que no defraudó fue la última sorpresa, que guardábamos para poner el broche final de esta experiencia: el acueducto romano de Peña Cortada.

Este acueducto, con más de 25 km de longitud documentados, fue construido en el siglo I d.C. Consta de canales y galerías excavadas en la roca e impresionantes «arcos» levantados para salvar los distintos barrancos que se cruzan en su camino. El más espectacular, que alcanza los 33 metros de altura y una longitud de 36 metros, es el que se construyó sobre el barranco de la Cueva del Gato con bloques de piedra cortados a escuadra (opus quadratum).  Al parecer los sillares fueron extraídos de ese mismo lugar dando lugar al impresionante corte vertical  tallado en la roca que da nombre al paraje (Peña Cortada) ya en término de Calles.

Tras recorrer una parte de estas galerías, admirando el ingenio de aquellos que lo diseñaron y el enorme trabajo de quienes lo construyeron, nos despedimos para regresar a casa con un montón de sensaciones vividas y de recuerdos atesorados.

La lista de aves no fue esta vez muy larga. Fallaron especies esperadas, especialmente las rapaces que no hicieron su aparición. Aún así alcanzamos casi la treintena que compartimos en nuestras listas de @EBird y que también servirán para conocer un poco mejor la fenología y distribución de estas especies en el territorio del Alto Turia.

Queremos dar las gracias a Pedro, Elena y Alfons por confiar una vez más en ACTIO Birding. A Rosa por su apoyo incondicional a todas las iniciativas de birding que emprendemos desde el sector.

Y a Bea y Antonio de Inspirience por aceptar nuestra invitación y mostrarse tan receptivos a todas nuestras propuestas.
Y, como no,  a «el Chino» Mario por a mayoría de las imágenes que os mostramos en esta crónica y que nos ha regalado este fantástico montaje