Una nueva experiencia Birds&Wines, nuestro maridaje de vinos y naturaleza con la «excusa» de la observación de aves, ha tenido lugar en la comarca de Utiel-Requena este último fin de semana.

Quien haya tenido ocasión de participar en una cata, habrá comprobado que algunos de los aromas, sabores o esencias de un vino se muestran ante nuestros sentidos con intensidad, acaparando protagonismo, mientras otras se muestran sutilmente: ese reflejo de color en la copa que no es más que un destello, ese aroma apenas apreciable  o ese gusto que solo se detecta en el retronasal.

Algo de esto ha ocurrido este fin de semana.

La parte del vino, con la visita a la bodega acompañados por Gori y la cata de los vinos NODUS y ACTUM que nos ofreció, no defraudaron. Tampoco lo hicieron la estupenda cena de barbacoa y el servicio del Hotel Entreviñas o el riquísimo gazpacho que pudimos degustar en el restaurante El Yantar.

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La parte del «birding» fue la que costó más de «saborear» en esta ocasión, pues las aves se mostraron esquivas quizá por la presencia de cazadores por los campos, quizá por la climatología (día nuboso y con algo de viento) o quizá simplemente porque no hubo suerte. Con todo, aportó destellos de calidad.

Comenzamos el sábado por la tarde con un recorrido por los viñedos y pinares de la finca de El Renegado que conserva, además, algunas majestuosas encinas centenarias.

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En nuestro paseo, pudimos observar diferentes especies de fringílidos (Pinzón vulgar, Verderón común, Jilguero, Serín verdecillo y Pardillo común) y otras aves como Colirrojo tizón, Petirrojo, Mito, Zorzal común, …

La nota de color la pusieron un ejemplar de Pico picapinos, que se exhibió largo rato mostrando su técnica para descortezar las ramas y buscar su alimento, un bonito macho de Gavilán común, que cruzo lentamente por encima de nuestras cabezas  y un par de ejemplares de Busardo ratonero que sin embargo no se dejaron ver por mucho tiempo.

 

El domingo se inició prometedor con el habitual coro de pajarillos alrededor del hotel donde Colirrojos tizones, Lavanderas blancas, Estorninos y Gorriones comunes competían desde los tejados con Carbonero común, Tórtola turca y los fringílidos en las viñas.

Un Busardo ratonero muy mañanero cruzó por delante de nosotros emitiendo su lastimero reclamo.

Pero a partir de ese momento nuestra suerte cambió y, a pesar de recorrer intensamente la comarca cambiando de hábitats en busca de las especies más habituales en esta época de año, las aves se mostraron esquivas.

Aún así fuimos añadiendo Piquituerto, Agateador común, Herrerillo común, Curruca cabecinegra, Perdiz roja, Tarabilla común, Urraca, Corneja,  Mirlo común, … recorriendo las zonas de cultivo a los pies de la Sierra de la Bicuerca y los pinares de sus laderas.

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Las alturas de El Molón de Camporrobles, que suelen deparar habitualmente buenas observaciones, nos permitieron añadir Bisbita campestre a nuestra lista, aunque el intenso viento no nos dejaba observar con comodidad y las aves no se exponían. Aún así también pudimos observar un ejemplar de Verderón serrano posado sobre unos enebros y posteriormente un grupo de 8 ejemplares identificados, además de por plumaje, por su canto.

Desde las alturas se divisaban en la laguna de una cercana depuradora, algunos Ánades reales. Más difícil es asegurar que un grupo de aves que se refugiaba en la base de los cortados de la cara sur de esta muela fuesen los Acentores alpinos que suelen asentarse por aquí en invierno. El riesgo de asomarse al acantilado con el fuerte viento era alto y la aves se refugiaban en la base del mismo, por lo que desistimos e iniciamos el regreso.

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El paso por la zona cerealista entre Camporrobles y Villargordo, nos dió la mejor observación del día: un precioso macho adulto de Esmerejón que se encontraba posado en un campo labrado. A pesar de que se levantó cuando paramos los coches (lo que nos permitió contemplar el plumaje rojizo de la zona del pecho contrastado con el gris azulado de las alas y el dorso) pudimos relocalizarlo y contemplarlo largamente con el telescopio.

Las últimas luces de la tarde quisimos aprovecharlas en las balsas de El Pontón. Pero tuvimos la mala fortuna de que se hallaban prácticamente vacías. Probablemente la presencia de unos camiones con máquinas de sondeo habría ahuyentado a las anátidas, fochas, ardeidas y limícolas que siempre suelen encontrarse aquí.

Tan solo algunas Gallinetas y un Zampullín común en la balsa pequeña y una pareja de Anadarríos chico en la balsa grande acompañados por algunas Lavanderas blancas y una oca doméstica. En los alrededores un enorme bando de Estorninos.

Y ya de vuelta, antes de la despedida en Requena, un solitario Cernícalo vulgar cernido sobre los barbechos que flanquean el exiguo cauce del río Magro.

No es una gran lista para un fin de semana recorriendo la comarca. No se dejaron ver especies que en otros recorridos han aparecido regularmente como el Alcaudón meridional, la Grajilla, el Mochuelo, la Cogujada, la Totovía, el Trigero,… ni otras que, sin ser frecuentes, también se han dejado ver como el Águila real, la Collalba negra, el Buitre leonado, …

Aún así estamos seguros de que Antonio, Félix, Paqui, Carmen y Sonia se habrán llevado una buena impresión de esta comarca que aúna valores paisajísticos, etnológicos, históricos y naturales, que hemos intentado trasmitirles.

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