El 1 de mayo suele ser un día de celebraciones y si coincide con el Día de la Madre … ¡qué os vamos a contar!!

Pero cuando nos llamó Pablo, gerente de Alquería de Vilches, para decirnos que Jose Antonio e Isabel, dos clientes procedentes de Huesca alojados en su Hotel, querían realizar un recorrido por la Albufera para observar las aves que encontramos en el Parque Natural en esta época del año, rápidamente buscamos la manera de poder acompañarles a conocerlo.

Quedamos con ellos en el Hotel a primera hora, con el sol sobre el horizonte y, mientras desayunábamos, ultimamos los detalles de la ruta que les había preparado para adaptarla a sus preferencias.

Con los arrozales aún secos y la imposibilidad de acceder a algunas de las áreas de reserva donde se concentra la fauna los lugares para hacer buenas observaciones se reducen.
Pero como Jose Antonio e Usabel querían conocer el Parque, además de observar aves, el itinerario quedó fijado pronto.

Nuestra primera parada fue una corta visita al Tancat de l’Illa. Tras explicar el funcionamiento de este filtro verde y su importancia para la fauna, sobre todo en épocas como esta, pudimos tomar algunas imágenes de Calamón y observar ya alguna Garza imperial y Garcilla cangrejera, junto a otras especies más comunes. Lástima que todo esto se tenga que hacer desde la vaya exterior ante la imposibilidad de acceder al recinto incluso para los guías ornitológicos en esta época.

La segunda parada fue el Parador Nacional de El Saler donde además de la curiosa imagen de una pareja de Perdiz roja en el campo de fútbol, pudimos observar Tórtola común, Paloma torcaz, algunos paseriformes y un par de Pagazas piconegras sobre uno de los «greens» de su campo de golf.

Sobre nuestras cabezas paso intenso de Golondrinas y Vencejos comunes además de algunos Abejarucos.

Nuestro objetivo era la playa donde en los días previos había habido bastante movimiento de limícolas. No tuvimos suerte con la variedad, pero sí disfrutamos de buenas observaciones de las evoluciones de Chorlitejos patinegros y Correlimos tridáctilos en la orilla de la playa y cerca de las dunas donde los primeros nidifican.

Ya retirándonos para volver al coche, con Charranes comunes y algún Charrancito pescando cerca de la orilla, nos llevamos una doble sorpresa.
La primera un ejemplar de Canastera que, después de sobrevolarnos, se posó a escasos 10 m. de nosotros y el tiempo suficiente para permitir que Jose Antonio le hiciese algunas fotos. Momento emocionante puesto que era la primera vez para este ornitólogo más habituado a la avifauna pirenáica.

La segunda, más desagradable, el cadáver de una Pardela balear en la playa. Aunque la presencia de estas aves en la aguas del Golfo de Valencia se reduce mucho en esta época del año, cuando se hallan en sus colonias de cría de las Islas Baleares, algunos ejemplares no reproductores siguen buscando su alimento con los descarte de los pesqueros del cercano puerto de Cullera.

Tras comprobar que no tenía signos de muerte por haberse enganchado en algún arte de pesca y dar el parte correspondiente a los compañeros del Parque, seguimos nuestro camino hacia el siguiente punto: el Racó de l’Olla.

Como siempre el Racó es un lugar que depara observaciones en cantidad y cantidad. En esta época es la colonia de charranes y gaviotas la que da sentido a la visita.

Pudimos observar 3 especies de Gaviotas (reidora, cadecinegra y la elegante picofina) y 2 de Charranes (común y patinegro). Aunque no estaba especialmente nutrida la colonia y los famosos Charranes «tipo elegans» habían desaparecido tras, al parecer, perder su primera puesta; pudimos contemplar cortejos, cópulas e incluso algunos nidos ya con puestas.

Junto a ellos limícolas (Avoceta, Cigüeñuela y un solitario Archibebe común), anátidas (Porrón común, Ánade azulón y 2 parejas de Tarro blanco) y un grupito de Fumareles cariblancos que sobrevoló la colonia obligando a Isabel, enfrascada en la diferenciación de los «charranes» observados hasta el momento, a añadir una nueva especie en la que fijarse.

A la salida, en la pinada, uno de los paseriformes comunes en época de paso: el Papamoscas cerrojillo se dejó ver de manera fugaz.

La siguiente para el Estany de Pujol. Tras explicar a nuestros amigos el origen de este espacio, así como las transformaciones y vicisitudes sufridas por la Devesa en los últimos años, pudimos dedicarnos a contemplar las aves que descansaban en el lago.

Destacaba un nutrido grupo de jóvenes Flamencos, una pareja de Charrancito común y una pareja de preciosos Somormujos lavancos. Y continuaba el incesante paso de Vencejos y Golondrinas al que se unió un nutrido grupo de Abejarucos.

El regreso al Hotel decidimos hacer por los caminos interiores, cruzando los arrozales, para completar la visión de todos los ecosistemas del Parque Natural de la Albufera. Pocas especies nuevas, dado el estado en que se hallan los campos, aunque si pudimos añadir algún paseriforme a la lista: Carricero tordal y Lavandera boyera.

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Un agradable recorrido, en muy buena compañía, con conversación amena y fluida que pasaba de las aves a la agricultura, la historia o «la vida» con suma naturalidad y  sin la presión de tener que encontrar especies escritas en una lista.